"Si alguien quiere ser el primero,
que se haga el último y servidor de todos"
¡Nuestro horizonte Evangelizador
para el 2015 está señalado
sigámoslo con compromiso y amor!
A continuación, extraemos la siguiente reflexión sobre el servicio realizada por Rev. D.
Josep
VALL i Mundó
(Barcelona, España) para el portal católico evangeli.net:
"El Evangelio insiste siempre en el espíritu de servicio. Nos ayuda a
ello la contemplación del Verbo de Dios encarnado —el siervo de Yavé, de
Isaías— que «se anonadó y tomó la condición de esclavo» (Flp 2,2-7).
Cristo afirma también: «Yo estoy entre vosotros como el que sirve» (Lc
22,27), pues «el Hijo del hombre no ha venido a ser servido, sino a
servir y a dar su vida en rescate por todos» (Mt 20,28). En una ocasión,
el ejemplo de Jesús se concretó realizando el trabajo de un esclavo al
lavar los pies de sus discípulos. Quería dejar así bien claro, con este
gesto, que sus seguidores debían servir, ayudar y amarse unos a otros,
como hermanos y servidores de todos, tal como propone la parábola del
buen samaritano.
Debemos vivir toda la vida cristiana con sentido de servicio sin creer
que estamos haciendo algo extraordinario. Toda la vida familiar,
profesional y social —en el mundo político, económico, etc.— ha de estar
impregnada de este espíritu. «Para servir, servir», afirmaba san
Josemaría Escrivá; él quería dar a entender que para “ser útil” es
preciso vivir una vida de servicio generoso sin buscar honores, glorias
humanas o aplausos.
Los antiguos afirmaban el “nolentes quaerimus” —«buscamos para los
cargos de gobierno a quienes no los ambicionan; a quienes no desean
figurar»— cuando había que hacer nombramientos jerárquicos. Ésta es la
intencionalidad propia de los buenos pastores dispuestos a servir a la
Iglesia como ella quiere ser servida: asumir la condición de siervos
como Cristo. Recordemos, según las conocidas palabras de san Agustín,
cómo debe ejercerse una función eclesial: «Non tam praeesse quam
prodesse»; no tanto con el mando o la presidencia sino, más bien, con la
utilidad y el servicio."
A continuación compartimos la bella reflexión de la Dra. Claudia Jaquelina González Trujillo de la Universidad de Monterrey que en base a las palabras del Papa lo elabora
"Al escuchar las palabras de SS Francisco I “El verdadero poder es el servicio” recordamos el Evangelio de San Mateo 25, 34-40:
“Vengan, benditos de mi Padre, tomen posesión del reino preparado para
ustedes desde la creación del mundo. Porque tuve hambre, y me dieron de
comer; tuve sed, y me dieron de beber; era un extraño, y me hospedaron;
estaba desnudo, y me vistieron; enfermo, y me visitaron; en la cárcel, y
fueron a verme.
Entonces le responderán los justos: Señor, ¿Cuándo te vimos hambriento y
te alimentamos; sediento y te dimos de beber? ¿Cuándo fuiste un extraño
y te hospedamos, o estuviste desnudo y te vestimos? ¿Cuándo te vimos
enfermo o en la cárcel y fuimos a verte? Y el rey les responderá: Les
aseguro que cuando lo hicieron con uno de estos mis hermanos más
pequeños, conmigo lo hicieron.”
Ante uno de los textos bíblicos esenciales del cristianismo, surgen algunas ideas de reflexión:
En primer lugar, la fraternidad, la unión entre los seres humanos como
hermanos, por el amor que tenemos a los demás, no sólo a los amigos,
sino también a los enemigos. Asimismo, surge la preocupación por crear
condiciones fraternales en el mundo.
En segundo lugar, el entendimiento del amor, no como idea abstracta,
sino como obras concretas. Jesús nos habla claramente de obras
concretas: dar de comer, vestir, visitar a los enfermos, entre otras.
Y en tercer lugar, el Amor a Dios a través de nuestras acciones con los
demás, Viendo a Jesús en el otro. Si amo a Dios, no puedo dejar de amar
a mi hermano.
Jesús se identifica con las personas en desventaja, los más
necesitados, los que no tienen las mismas oportunidades que nosotros.
El acoger a los miembros más abandonados de la comunidad, a los
despreciados, los que no tienen a dónde ir, los que no son bien
recibidos, es reconocer a Jesús en el otro.
El servicio, nos permite ser personas con consciencia de paz y cumplir con la voluntad de Dios.
Retomando en Evangelio de San Mateo 10:42: “Y cualquiera que dé a uno
de estos pequeñitos un vaso de agua fría solamente, por cuanto es
discípulo, de cierto os digo que no perderá su recompensa.” De esta
manera, en el Servicio cumplimos con lo que Dios quiere y le demostramos
nuestro amor al ver a su hijo en el otro”.
En esta celebración de Pascuas de Resurrección, celebrando a Jesús
vivo, proclamemos un humanismo cristiano activo, reconociendo que
nuestra labor en la familia, en la escuela, en la comunidad, se cumple
solamente en la formación de hombres y mujeres con actitud de auténtico
servicio. De tal manera el servicio es el poder, como lo indica
Francisco I. Es el poder para transformar a través de la responsabilidad
conjunta, de servir a la persona y a la sociedad para la animación
cristiana del orden temporal.
El cristianismo no consiste sólo en rezos y posturas piadosas. Esto,
indudablemente, tiene su valor y es un medio válido para vivir la fe,
pero no es lo único, ni lo más esencial. Celebremos actuando, en el
servicio como Jesús nos enseñó. Veamos a Jesús en el otro.
El verdadero amor a Dios se vive realmente en el prójimo. Jesús nos lo
dice claramente “lo que hiciste a mis hermanos más pequeños, a mí me lo
hiciste” y además con ejemplos prácticos. Esta caridad brota
naturalmente del amor a Dios.
El espíritu cristiano de servicio a los demás es la promoción de la
justicia social. Es necesario promover el bien, reconociendo a la
persona a partir del principio de filiación divina, como Ser creado por
amor y a quien Dios ama por sí mismo, así como una cultura de encuentro y
fraternidad universal basada en los valores fundamentales del
cristianismo, apoyando a los débiles, los necesitados, los que se
encuentran en desventaja.
La práctica de estos valores permite alcanzar la superación personal y
lograr una convivencia social más humana a través de la solidaridad,
subsidiariedad y reciprocidad.
El servicio también se refiere a conocer y discernir éticamente las
estructuras inhumanas que generan y mantienen la pobreza y la
degradación humana.
La participación es un deber para la edificación de una sociedad digna,
incluyendo la ecología humana y la ecología natural, cuyo desarrollo
favorezca la verdad, la libertad, la justicia y la caridad."
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