Desde
nuestra fe pobre,
ríos atrevemos a hablarte a Ti,
Padre y Madre de
todos nosotros.
Querernos bendecirte y darte gracias
por la venida de tu
Hijo el Mesías
que ha llegado a nuestra tierra
para
no abandonarla nunca Más.
Ahora comparte, y Tú con
él, todas nuestras luchas,
nuestras alegrías
y sufrimientos.
Se Ira puesto a caminar con nosotros,
como Tú
acompañaste al Israel emigrante
del desierto y del exilio.
Tú
le has resucitado
para que sea nuestro compañero de camino.
Pero, como los
discípulos de Emaús,
río le reconocemos en el viajero
que nos interpela
y cuestiona.
Abre nuestros ojos
somnolientos y apagados,
reaviva su luz
para que puedan
contemplar su Adviento y descubrir su presencia
en nuestra vida,
en nuestro entorno;
sobre todo en los pobres y en las víctimas de nuestra
sociedad.
Confesamos
que ellos, junto con Él,
son el único, camino, la cínica verdad, la cínica vida.
Te darnos gracias por el testimonio que ellos Y ellas
nos transmiten esperando contra todo esperanza.
Nuestra esperanza
es débil. Pero a nuestro lado,
Las hermanas, los hermanos más pequeños
aguardan con firmeza inquebrantable
la
Venida de una justicia, una paz,
una reconciliación mesiánicas plenas y finales.
Te agradecernos estos signos que nos ofreces
para reavivar las brasas de nuestra frágil esperanza.
Pero querernos
acordarnos de aquellos
que
viven en el desaliento, desesperanzados.
Te
pedirnos por quienes han caído en la desesperació
Que
les llegue la Venida
y
que seamos nosotros samaritanos
para manifestarles, con nuestras abras,
la Presencia del
Hermano universal,
el Jesús crucificado que nunca les abandona.
En esta hora del
Adviento, sentimos
que todos navegamos en un mismo barco,
por un mismo
inundo,
atravesando la niebla espesa de la angustia.
Que tu Espíritu
nos haga vislumbrar cómo
en medio de la
tempestad y de las tinieblas
viene hacia
nosotros tu Hijo el Señor
para
llevarnos a la otra ribera.
Sabemos que basta con levantar la mirada hacia Él
para no sucumbir. Pero lo olvidamos y caernos.
Que tu Espíritu
nos de ánimos de fortaleza
para
acogerlo y dejarnos acoger por Él;
para ahuyentar el miedo y creer en su mensaje
de que Tú eres
Padre-Madre de todos.
En tu seno nace la fuerza del Amor
que ríos perra de
confianza,
ríos
moviliza y empuja hasta la otra orilla.
Allí arribaremos un día dejando atrás la noche,
cuando despunte el
alba y llegue la aurora
de
una marrana sin ocaso.
En la paz de la playa, en torno al fuego,
recibiremos el
alimento de los resultados.
Y aparecerá
esplendente el Sol de la justicia
que alumbrará la
nueva Tierra.
Allí estará con nosotros, en el nuevo cenáculo,
la mujer humilde
del evangelio, María;
ella
creyó en el anuncio del ángel
de
que para Dios riada hay imposible.
Por su intercesión te pedirnos que esas palabras
dichas por Jesús a sus discípulos
nos acompañen siempre alentando nuestra
esperanza
y nos acerquen la Mediación universal
del
que es, el que era y el que vendrá. Amén.
LUIS
MALDONADO
EXTRAÍDA DE CUADERNO JOVEN, NÚMERO 262